miércoles, 13 de marzo de 2013

Y ahí estaba él, me miró fijamente y no pude alejarme de sus ojos profundos, castaños, tristes...lo amaba, amaba cada uno de sus respiros, cada uno de sus poros, su cara perfecta, su cuerpo, su todo, lo amaba ahí no había discusión era todo lo que jamas había deseado y lo veía difuminarse poco a poco entre la noche fría bogotana, mis ojos no podían ocultarse de su juicio punzante, la culpa ardió y me recorrió, -adiós- le dije di vuelta y seguí mi camino incierto pero mio.
Solo mire atrás una vez y ahí estaba inmóvil con la cara petrificada,- no! así no es como quiero guardar su recuerdo- pensé, apure mi paso y nunca volví a mirar, no volví a mirar a mi amor, ni a mi casa perfecta, ni mis tres hijos dormidos, ni a la vida perfecta, mucho menos a mi misma.

Calle arriba por la séptima iba sin rumbo ni afán  solo andaba, quería correr, quería llorar quería parar de respirar solo por un minuto, la lluvia fría acompañaba mi alma, pensaba en todo lo que solía ser y en lo que me había convertido, en un instante cambió mi vida y yo seguí incrédula  una facultad estresante. Nunca procesaba todo tan fácilmente me llevaba tiempo para finalmente comprender todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario